Para los que prometen el puente sin estar el río

Colombia está en este momento en la preparación de las elecciones regionales que se celebrarán en el mes de octubre. Los candidatos en esta época buscan alcanzar una mayoría de simpatizantes, a veces valiéndose de tácticas que no corresponden con el verdadero sentido de la democracia.

De acuerdo con sondeos de opinión hechos por diferentes instituciones y por el sentir casi generalizado de la ciudadanía, la percepción que se tiene del ejercicio de la política no es la mejor. El término se ha degradado hasta el punto de que para algunos llega a ser repulsivo. Esto se debe a las malas experiencias que ha vivido el país, principalmente en materia de corrupción y mal gobierno, con un sinnúmero de escándalos que a diario acaparan todo el espacio de noticieros y periódicos.

En la memoria colectiva han quedado situaciones particulares, que ineludiblemente van resquebrajando el deseo de los electores, quienes en la mayoría de los casos se muestran escépticos cada vez que se plantean y dan a conocer planes de gobierno y propuestas. Este tipo de situaciones han degenerado el verdadero arte de administrar en clientelismo y bien particular. La concepción de buen político ya no es quien propende por el bien común, sino por las necesidades de sus amigos.

Ante este panorama, se hacen válidas las palabras del escritor inglés Aldous Huxley, quien manifestaba que “Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de todo su lenguaje”. Una verdadera pedagogía de la política debe ser inculcada como medida de choque para enfrentar esta situación, y devolver el real sentido de lo que significa el buen gobierno.

El mundo actual sugiere nuevas respuestas ante las preguntas de siempre. Los gobernantes deberían apuntarse en la tarea de ser verdaderos visionarios no sólo de las necesidades latentes, sino también de las que surgirán. Como todo organismo vivo, la sociedad va experimentando cambios, así como también nuevas enfermedades que requieren de nuevos tratamientos para curarlas. Como lo dice Humberto Maturana, «Todo proceso político es un proceso biológico, pero ¿qué político sabe esto?»

Una verdadera pedagogía de la política debe permear el ejercicio que adelantan los candidatos en esta época, una verdadera demostración de que lo que parece imposible, con la participación de todos puede llegar a ser viable. Un pueblo sin educación es una masa fácilmente manipulable, que tiene los ojos vendados ante lo que realmente es necesario y que representan las verdaderas soluciones.

El interés de los gobernantes, frecuentemente desviado de lo que debería ser, no debe ser otro que propender por el bienestar de todos y todas, poniendo de presente que la herramienta más indicada para sacar adelante la sociedad es la educación, que es el paradigma de las demás acciones. No garantizando la cobertura, que es casi completa, sino la calidad.

En toda esta dinámica, la comunidad juega un papel preponderante, puesto que es quien elige a sus propios gobernantes. Que el prejuicio no sea la razón que motive para abstenerse de participar, puesto que es en manos de la gente que está su propio futuro; pero que tampoco sea lo contrario donde se pueda expresar como lo expresó Charles Bukowsky, “La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.” La PARTICIPACIÓN es la clave, es la herramienta dinamizadora de todo este proceso.

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