Más allá de un anhelo de paz

La sociedad, con una postura que tiende a la relatividad y la secularización, permitió la apertura del pensamiento y de las ideas en el mundo de la posmodernidad, actitud que llegó a considerar al hombre como un ser que se convierte en la medida de todas las cosas. En la praxis, este rumbo se convierte en una pugna de intereses por superponer el ideario individual sobre el del conjunto, haciendo que se cree a su vez la proliferación de actos violentos. Esta concepción del hombre como ser humano, que tiende al existencialismo de los subyugados, “más allá de una convicción y un estado, se convirtió en  una tediosa necesidad”.[1]

En esta pugna de intereses, son varios los mecanismos que propician la generación de conflictos, algunos de los cuales degeneran en violencia. Este comportamiento, que tiene muchas lecturas, es la constante especialmente en esta etapa histórica, donde incluso se ha extendido y manifestado entre países más allá de sus fronteras transoceánicas. El siglo XX y el incipiente siglo XXI, se han caracterizado por el desarrollo de muchas guerras, la mayoría de las cuales destacando la lucha por el poder.

Con este panorama, “no nos encontramos simplemente ante hechos excepcionales de violencia, son ante una sociedad habituada a una cultura violenta. Los actos puntuales que saltan a la televisión, las graves confrontaciones bélicas, los casos para la sección de sucesos, no son sino la parte del iceberg de una sociedad que se ha vuelto violenta”.[2] Ante esto, varias hipótesis explican el ser violento del  humano, tratando de hallar una explicación razonable de esta situación.

En el aspecto biológico se estudia si el hombre es violento por naturaleza, donde se ha llegado a la conclusión por parte de la comunidad científica, que lo que es natural es la agresividad, puesto que la primera requiere el concurso de la sociedad para degenerar en tal. Esta pulsión es compartida además por todos los seres vivos, que en un afán de conservación de las especies, se yuxtapone el conflicto como explicación de la agresividad, meramente para la supervivencia y no para la trascendencia.

Desde una dimensión psicológica, que prácticamente es la que termina de dando la aportación más importante a esta cuestión, se plantea que la violencia se aprende y se acumula. Nace de la frustración por la carencia de algunos núcleos comportamentales como el amor y la impotencia al saberse excluido, también de una carencia de valor aportada por la misma sociedad. Esto, sumado con la parte biológica, crea en el ser humano un afán por sobreponerse y de imponerse a toda costa, utilizando como medio la fuerza, que para este efecto se aplica de forma negativa.

Es el entorno socioeconómico y las relaciones interpersonales quienes activan este mecanismo, por cuanto que se consideran el substrato o combustible de la violencia. En una sociedad acostumbrada por los medios de comunicación a ver constantemente situaciones de injusticia, corrupción, inequidad y mala dirigencia, no queda de otra que recurrir a una alternativa violenta para hacerse sentir, también con el afán de sobreponerse.

Y es por esta misma razón, que los medios de comunicación que proveen de información a toda costa y a expensas del fin lucrativo, juegan un papel fundamental en cuanto que son los motivadores de estas actitudes presentándolas de forma poco asertiva. En este sentido, se plantea el debate de si los mass media son causa o reflejo de la violencia. A esto hay qué agregarle el corte ideológico que se maneja en el campo de las comunicaciones, que presentan la información de forma tal que llega al punto de alienar a la comunidad, presentando sólo aquello que favorezca a los propietarios de dicho medio.

Esto sin mencionar una dimensión trascendente, que llega incluso a sacralizar la violencia, con el fin de expandir la fe y mostrarle a los ‘infieles’ la ira de Dios por su negativa a convertirse, es en este campo donde se puede aplicar la frase de Maquiavelo que afirma que el fin justifica los medios. La guerra contra el terrorismo del siglo XXIII enfrenta a dos bloques religiosos, con claras tendencias hacia la xenofobia, impidiendo la apretura de verdaderos espacios de diálogo.

Teniendo en cuenta todo este substrato, la humanidad no es un simple estado; sino una empresa. Aprenderemos a ser humanos, como plantea Erich Fromm, en la medida en que “evitemos, como una estrategia de paz, derrotar al oponente; que debería consistir en el reconocimiento de los intereses recíprocos”.[3] Esto porque “existe algún mecanismo motivado quizá por intereses diversos que degrada al otro a una especie inferior, y se constituye a sí mismo en especie superior, rompiendo así la unidad de la especie”.[4] ¿Y qué es ese interés? solamente la manifestación de nuestro instinto de conservación.

No es fácil llegar a este punto, algunos dirían como el dicho popular: lo que natura no da, Salamanca no lo presta. Pero se puede iniciar al menos con una escucha atenta de lo que está más allá. Una metafísica de nosotros mismos, ya que pues en caso tal de que no exista el cielo, logremos alcanzar la trascendencia y por ende el sentido de la vida. Así podremos abarcar una pequeña parte del todo que nos abruma. Es por eso la razón de ser de nuestra especie y la evolución. ¿que lleguemos al origen? dejemos que eso lo juzgue la historia.

_________________________

[2] ALEMANY BRIZ, Jesús María. Mecanismos de Justificación de la Violencia y Cultura de la Paz, p. 496.

[3] FROMM, Erich en Mecanismos de Justificación de la Violencia y Cultura de la Paz, p. 505

[4] ALEMANY BRIZ, Jesús María. Op cit, p. 497.

2 comentarios »

  1. Edinson Garcia Said:

    cuando una especie, producto de un complejo proceso evolutivo se posiciona por encima de otras especies asume como único fin adaptar el medio y su contexto a demandas que garanticen la perpetuidad, conservarción y permanencia de dicha especie dentro de la diada espacio/ tiempo generando así una cortina de humo ante toda posibilidad de destrucción o peor aún «autodestrucción»…..a su vez esto no es otra cosa más que una radiografía de lo que sucede en el interior de todos y cada uno de los especímenes que están suscritos dentro de un colectivo o cualquiero forma de vida existente en nuestro plano. toda energía busca abrirse paso a través de un canal, y para que este exista debe tener un fin o una razón última . he aquí pues el útero y artífice de toda forma conocida de «poder» cuyo único destino es la incesante busqueda de transformación de todo aquello que le permita fluir con naturalidad. una vez desplazada y agotada cualquier posibilidad que medie para que dichas condiciones sean favorables para tan afanada conservación se abre paso a la transformación del «último fin», es esta ontogénesis de la materia dentro del plano de lo «real» que atañe con incertidumbre emociones y pulsiones colectivas necesarias para darle paso a otras especies sucesoras de un legado que deja huella y resgistro en las sombras del espacio/tiempo.

    • cepefra Said:

      Lo real es que existes, que haya condiciones y restricciones para continuar existiendo, mejor!!! es aquí donde entra la paz, la tranquilidad en el orden de ese desorden.


{ RSS feed for comments on this post} · { TrackBack URI }

Deja un comentario