El papel de la mujer ocañera antes del siglo XX

Nicolasa Ibáñez, Mujer Ilustre de la República

A pesar de que en la comarca, antes del siglo XX, las mujeres no tenían participación en la vida política y en general en lo público, algunas menciones les han merecido principalmente en asuntos que se refieren al normal devenir o a la cotidianidad.

El puesto que correspondía a las mujeres tenía qué ver con las labores domésticas; en su mayoría era iletradas y estaban bajo la subordinación de sus esposos.

Bárbara Vicenta Lemus, asistente a la Gran Convención disfrazada de hombre

Pese a su condición de inferioridad, había algunas disposiciones que, de cierta manera, garantizaban la defensa de su honra, como la pena de prisión para aquellos transgresores de un compromiso matrimonial, ordenada por la Iglesia y ejecutada por el estado. Esto hacía que se resarciera el daño de la prometida, quien se preparaba durante toda su vida para casarse.

Otra situación, que genera particular mención, es que a finales del siglo XVII, por la misma situación de represión, se comenzó a dar una situación propiciada por la llegada de los esclavos, quienes producían mayor atracción física que los naturales de la Villa. Esto hizo que ellas tuvieran relaciones sexuales con sus sometidos en los llamados bailes de tambor, aumentando el índice de embarazos no deseados y por consiguiente, de abortos clandestinos.

Agripina Pacheco de Morales Berti, Aristócrata

Por otra parte, es interesante leer los escritos que hacen referencia a los matrimonios de la época, donde son mencionadas las mujeres más prestantes de la localidad, en celebraciones que duraban varios días.

La figura de la mujer comienza a destacarse en Ocaña con Las Ibáñez, quienes ejercieron una especial influencia en los padres de la patria, Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander. Nicolasa, la mayor, fue amante de Santander durante 15 años, mientras que Bernardina, la menor, fue una de las veinte jóvenes que, vestidas de blanco, le dieron la bienvenida a Bolívar a su llegada a Santa Fe después de la batalla de Boyacá.

Edilia Montaño, Disfraz de Leonelda (1959)

En su tanta veces citada Peregrinación de Alpha, el viajero y cronista del siglo XIX Manuel Ancízar dice: «Las damas de Ocaña siempre tuvieron fama de bellas, y en realidad lo son, a la par de amables e inteligentes.» No en vano, las personas más famosas de la historia de Ocaña fueron quizás las hijas del juez de puertos de la ciudad don Miguel Ibáñez y Vidal.

Las Ibáñez como han pasado a llamarse eran seis hermosas mujeres, y dos de ellas, Nicolasa y Bernardina, tuvieron amores con los personajes más importantes de su momento. Esto  confirma el dicho de que detrás de un gran hombre siempre ha habido una gran mujer.

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